Siempre estamos pensando en el futuro, tanto que nos olvidamos del presente. O nos dejamos consumir por el pasado y dejamos de actuar. La fascinación por el antes y el después nos rebasa en la acción ejecutiva del hoy.
A veces no nos damos cuenta de cómo ha cambiado nuestra vida diaria en apenas unos cuantos años. Las herramientas tecnológicas han invadido nuestro espacio y para los que saben aprovecharlas, definitivamente les ha cambiado su perspectiva profesional y hasta su estilo de vida.
Podemos trabajar en una laptop en el aeropuerto, revisar números en un iPad, mandar mensajes o compartir documentos desde un smartphone, pero más allá de eso, las empresas pueden hacer posible el sueño de la comunicación, la movilidad sin restricciones y la real posibilidad que las distancias no sean barrera para la productividad.
Es increíble la cantidad de opciones para video conferencia y telepresencia que existen en la actualidad, lo mismo para comunicación entre dos personas de un pequeño negocio que para miles de una corporación petrolera transnacional. Hardware con códecs que ofrecen poco uso de banda ancha a cambio de entregar excepcional calidad audiovisual, software que permite enlaces con la máxima compatibilidad entre clientes físicos y virtuales de video conferencia.
El teletrabajo es cosa del presente y no del futuro.
Es momento de dejar añejas costumbres en aquellas industria y sectores que lo permitan. Que un empleado tenga que viajar 9 horas para atender una junta ya no tiene sentido. Los costos de transporte y gasolina suben de manera rampante pero más allá existe un desgaste en el ánimo de un ejecutivo, además del valor del tiempo perdido, el cual tiene un costo económico, físico y emocional.
La video conferencia y su versión ultra high end, la telepresencia son tecnologías que nos deben ser comunes en el presente, como el telegrama y luego el teléfono lo fueron en el pasado.
¿Qué esperamos en el futuro? ¿Teletransportación? No sabemos, es mejor ocuparnos por lo que el presente nos puede ofrecer ya.