Restaurante Chango, “un lugar con onda”, fue concebido para agradar a dos exigentes públicos, por lo que tiene dos atributos principales: diversión para los niños y relajación para los padres. En este lugar el concepto está pensado para la familia, pero principalmente para los niños; es de aquí de donde surge el concepto chango haciendo alusión a lo energético y juguetón de los niños, lo cual implicó consideraciones especiales para que los pequeños disfrutaran teniendo a la vez seguridad en cada espacio.
Boutique de Arquitectura abordó el proceso creativo con la intención de lograr una nueva imagen que resaltara y restableciera un diálogo con el contexto. Como concepto base, se tomó la cáscara de banana, un elemento que de cierta manera nos deja jugar con su forma y su flexibilidad, sin perder de vista el eje rector del proyecto, los infantes.
El predio tiene un área construida de 600m2, distribuida en cuatro plantas; cada una destinada a diferentes actividades para los usuarios. En la planta baja se diseñó la cocina, los sanitarios y área para 48 comensales. En el primer nivel se ubica un espacio juguetón y divertido para los niños, en esta planta hay un lugar de manualidades, acompañado de un teatro guiñol, zona de cuerdas y espacio para sanitarios. En el segundo nivel se destinó para comensales y para actividades recreativas como billar, hockey de mesa y videojuegos. Por último, la planta de tercer nivel se destinó un espacio para cine nocturno y otro para minigolf.
En el interior del proyecto se empleó un lenguaje de materiales e instalaciones aparentes con toques minimalistas, aportan equilibrio, así como una cómoda atmósfera visual y sensorial. Las luminarias especificadas tienen características estéticas y tecnológicas que permiten el ahorro de energía, tanto e áreas comunes como para todo el conjunto
Se puso mucho énfasis en la fachada del proyecto, debido al impacto que genera en comparación a los edificios de carácter conservador que imperan en la zona. Se jugó con la geometría dando dobleces y que aparentan una cáscara, formada por tiras desde 60cm a 1.20m de ancho por una longitud que permite los 10m de altura. Como resultado se generó una fachada con movimiento en color amarillo que resalta el edificio del contexto de una manera amable ante la materialidad vecina.
Fotografía: Leonardo Walther