En todas las empresas hubo alguien que planeó su creación, en la mayoría de los casos por largo tiempo, considerando opciones y analizando diferentes escenarios. Al dueño de una empresa en nuestra industria lo caracteriza su pasión y su entusiasmo; difícilmente se rajan.
Ser “el jefe” implica una serie de actividades y responsabilidades únicas en cada empresa, pero en todos los casos, es el responsable del enfoque que ésta seguirá. Me refiero al tipo de mercados, perfiles de clientes, monto de proyectos, marcas y proveedores, nivel de sueldos que ofrece a sus colaboradores y mil cosas más.
Por otro lado, ser el jefe requiere habilidades de liderazgo, comunicación y organización. Y esto con los estilos de trabajo actuales se ha convertido en “una piedra en el zapato”.
En esta época, ser cuidadoso con la manera en que funciona la empresa es delicado, temas como margen de utilidad o asegurar eficiencia y rentabilidad son la prioridad, esto obliga a centralizar decisiones y algunas actividades y a veces las consecuencias son lentitud en tiempos de respuesta, que a veces los colaboradores no entienden el porqué de las decisiones, que parecen ser contrarias a las necesidades del momento. No son raros los casos en que el jefe acuerda algo con un cliente o con un proveedor y no lo comunican a los equipos de trabajo, el impacto de esto es importante y los tiempos pueden generar un impacto aun mayor. En estos casos ,la mejor medicina para remediar los problemas es la comunicación.
La selección de proveedores es todo un tema, es común la intención de repartir los pedidos para comprarle a un poco a cada proveedor, termina ocasionando que nuestra empresa no sea importante para ninguno y esto en los casos de soporte técnico, garantías o entrenamiento puede ser negativo para nuestra compañía.
La elaboración de planes de entrenamiento dirigidos a las necesidades de nuestra empresa es de gran importancia, los proveedores pueden ayudarnos a llegar al detalle en la implementación de los equipos que empleamos en nuestros proyectos, en vez de un entrenamiento generalizado que no tiene el mismo beneficio. Los proveedores usualmente son muy abiertos a este requerimiento, pero a cambio esperan una comunicación abierta y honesta sobre los planes de negocio con sus marcas.
Mencionamos lo anterior por una razón muy sencilla, el dueño de una empresa no puede darse abasto para todo, necesita de todos los colaboradores y no solo que hagan su trabajo, sino que tomen la iniciativa y aporten.
Nuestra industria tiene la gran oportunidad de hacer carrera, en todas las empresas hay personas con altos niveles de permanencia, se quedan no solo por un sueldo adecuado, sino por la oportunidad de desarrollo, ambiente de trabajo y tal vez lo mas importante, porque nuestra industria es divertida.
Es mediante nuestro trabajo que mostramos al jefe el interés de crecer. En nuestra industria se presenta un fenómeno curioso, pareciera que se avanza más por permanecer en la compañía, que por habilidades y calidad de trabajo, cuesta trabajo eliminar esta línea de pensamiento, pero como colaboradores serios, podemos hablar con el jefe y exponer temas que beneficien a la organización, como hacer para mejorar practicas en todas la áreas, optimización de procesos, observaciones sobre los productos, nuevas soluciones y ni que decir de las áreas administrativas, cuyo papel es igual de importante.
En nuestras empresas se viven diferentes realidades: la del jefe quien basa sus decisiones en la sobrevivencia y crecimiento de la compañía, su rentabilidad y éxito en el largo plazo. Y por supuesto, la de nosotros los colaboradores. No se trata de que una visión sea más importante que la otra, sino que ambas se complementen. Ambas partes nos necesitamos.
Un jefe espera que un colaborador haga su trabajo no solo bien, que exceda expectativas, que sea lo suficientemente flexible para adaptarse a las necesidades del trabajo actual, que vea por la empresa como si fuera suya (en realidad, lo es, si a la empresa le va bien, a los colaboradores también). Esto al mismo tiempo debe provocar en el jefe una apertura hacia sus colaboradores.
Conclusión
Si algo hemos aprendido en estos últimos dos años debe ser que la empatía en el trabajo hace que todo funcione mejor. Ser jefe no es fácil, pero ser colaborador tampoco, pero si ambos encuentran la forma de alinear los intereses profesionales, la empresa y el cliente saldrán beneficiados. Puede que no sea sencillo, pero ambas partes nos necesitamos mutuamente.
La música de hoy se agradece al joven trompetista Matthew Halsall, con un estilo tranquilo y relajado, su música invita a relajarse y disfrutarla y por supuesto sabe mejor si se acompaña con un buen whisky, ahora toco un Caol Ila, añejado 12 años y con un sabor potente y ahumado. Van de maravilla la música y el sabor del whisky, merecen dedicarles tiempo.