Edificios inteligentes podrían mejorar la productividad laboral

Los edificios inteligentes aprovechan el IoT, el Big Data y los sistemas inteligentes de gestión de edificios para mejorar el rendimiento del negocio y la eficiencia energética, pero también para mejorar la experiencia de sus ocupantes y atraer el talento.

Schneider Electric, uno de los líderes en la transformación digital de la gestión de la energía y la automatización, junto con Unwork, consultora especializada en las nuevas formas de trabajo, publicó “Smart Working: Los edificios inteligentes y el futuro del trabajo”, un estudio que expone las ventajas de los edificios inteligentes para sus ocupantes y para los promotores de propiedades inmobiliarias comerciales. El estudio identifica también los facilitadores tecnológicos clave y muestra cómo los edificios inteligentes contribuirán a transformar el trabajo, los entornos laborales y el paisaje urbano.

La inversión en sistemas de construcciones inteligentes ha crecido considerablemente en los últimos años. El gasto global ascendió a 6,616 millones de dólares en 2015. Para el año 2019, se prevé que esta cifra llegue a 16,449 millones de dólares. Esto da pista del creciente reconocimiento de las empresas sobre algunos beneficios que les pueden aportar este tipo de edificaciones: atracción de nuevos talentos y mejora del rendimiento del negocio.

“Hablamos de los espacios laborales del futuro, cada vez hay más conciencia de que proporcionando a los colaboradores mejores entornos, herramientas e instalaciones, incrementarán su productividad y potenciarán la innovación, la creatividad y el crecimiento. Las posibilidades que ofrece un edificio inteligente en este sentido son incontables y por eso, la inversión en este tipo de tecnologías crece exponencialmente”, comenta Caroline Hoarau, gerente del segmento de Edificios Comerciales para la división de Digital Energy de Schneider Electric México y Centroamérica.

En el estudio se establece un nuevo modelo orientado a resultados que evalúa hasta qué punto un edificio es inteligente: el modelo Activ8, que detalla los ocho beneficios que se deben de tener para poder ser considerado como tal. Según estas pautas, el edificio inteligente es sostenible y esclarecedor, puesto que proporciona información de valor sobre la infraestructura y permite actuar tomando como base esos resultados, obteniendo mejoras en eficiencia energética. También es flexible, haciendo posible acomodar modelos de trabajo más ágiles y dinámicos; y saludable, redundando en una mejora de la experiencia de los usuarios y una mayor eficacia y productividad. Además, gracias al uso avanzado de datos y análisis, los edificios inteligentes son más colaborativos.

El impacto del diseño de los lugares de trabajo sobre el bienestar físico y mental de los empleados es un tema cada vez más importante. Muchas empresas están implementando cambios en sus oficinas para combatir el sedentarismo, por ejemplo, ya que está demostrado que niveles más altos de actividad física mejoran la efectividad de los empleados. Además, ya se encuentran en el mercado sensores que ayudan a prevenir los dolores de espalda, cuello y músculos.

Por otro lado, se ha demostrado que la calidad del aire interno afecta a la productividad o el bienestar de los usuarios de los edificios – los niveles de CO2 causan sensación de cansancio e influyen en la toma de decisiones – y la ventilación natural o el aire acondicionado mixto son beneficiosos.

En definitiva, monitorizando la calidad del entorno de trabajo y la actividad de los empleados que lo utilizan, las empresas pueden entender mejor de qué manera el edificio ayuda (o perjudica) a la salud de las personas y así, mejorar el bienestar de los empleados, lo que claramente redunda en una mejora de la productividad.

Tecnologías clave

Según el informe de Schneider Electric y Unwork, las soluciones inteligentes de gestión de la energía en edificios permiten optimizar el rendimiento de los sistemas y los consumos, logrando así, alcanzar grandes cuotas de eficiencia energética. Además, la generación de energía on-site, junto con un software avanzado de análisis y los nuevos tipos de materiales de construcción inteligentes, permiten que algunos edificios sean incluso proveedores de energía para las redes nacionales.

Por otra parte, gracias a tecnologías emergentes como el Internet de las Cosas (IoT), el Big Data y el software inteligente, los edificios inteligentes pueden detectar de forma precoz los fallos y diagnosticarlos, mejorar la seguridad de ocupantes y usuarios del edificio o medir la salud organizacional de la empresa, entre muchos otros beneficios.

Siete pasos para crear un edificio realmente inteligente

El informe “Smart Working: Los edificios inteligentes y el futuro del trabajo” lista los siete pasos que un promotor debe de seguir para construir un edificio inteligente. Dichos pasos arrancan, idealmente, en el mismo momento de la concepción del proyecto y se extienden desde la identificación de los expertos -que ayudarán a hacer realidad la idea- hasta la elección de los socios que la implementarán. También es necesario el estudio de aspectos básicos como la oferta y la demanda de electricidad, el iBMS o los sistemas constructivos resilientes interconectados; la elección de las tecnologías y los componentes que incluirá el proyecto o el tratamiento de los datos que es necesario recoger para lograr los objetivos.

“Es vital que desde la fase de diseño de proyectos de oficinas se incorporen las bases necesarias para dotar a los edificios de conectividad y confort de forma escalable y flexible, para que las instalaciones y los edificios puedan evolucionar a medida que también evolucionan las distintas necesidades de los usuarios”, concluye la especialista.